
A nueve años de la partida física del Comandante en Jefe, Fidel Castro, los habitantes de Jobabo reviven con intensidad las horas que marcaron la historia reciente del municipio. Entre las anécdotas que persisten, el testimonio de Ángel Expósito Suárez, quien en ese momento fungía como Primer Secretario del Partido Comunista en el territorio, deja una huella profunda de la carga emocional e histórica de aquellos días.
Para cualquier ciudadano cubano formado en la Revolución, el momento más difícil —“ya más yo como persona, en ese momento como primer secretario del partido”— fue una llamada a altas horas de la madrugada. La convocatoria urgente al Partido Provincial cambiaría todo. Allí, el compañero Ariel Santana, entonces primer secretario en la provincia, les comunicó personalmente la misión: tenían que dirigirse a La Tunas para organizar la “Operación Tributo”.
“Imagínate cómo se puede sentir un cuadro en ese momento, que sabía qué es lo que estaba pasando en ese minuto más, pues tenemos un nivel de información”, relata Expósito. La percepción al llegar a Tuna fue la de un “ambiente difícil, complejo”. “Todos los compañeros que estábamos allí nos mirábamos, a veces mucho; el silencio nos ocupaba más inclusive que las propias palabras”. Cuando finalmente se comunicó el fallecimiento del Comandante, “se hizo un silencio absoluto en el salón”. Confiesa que su mente se dispersó: “Mi pensamiento fueron en varias cosas, yo diría que yo pensé tantas cosas en ese minuto que ni supe qué iba a pasar en ese momento”.
De vuelta en el territorio, se avecinaba otro instante de inmensa dificultad. Ya la noticia, dada a conocer por el compañero Raúl, recorría la isla. “Yo creo que todo el mundo estaba esperando ese momento en que diría la principal figura del territorio”, recuerda. La convocatoria a los directores del municipio no fue necesaria; una simple llamada bastó. “Este salón se llenó, el salón del partido del municipio de Jobabo se llenó… una llamada, ‘nos vemos todos bien temprano, siete y media de la mañana’, y estaban todos los directores. Un respeto, un silencio, una educación”.
Ese fue el respeto del pueblo a su jefe. “Yo di la noticia contra nadie, nada más porque sentí un peso muy grande en mi vida… Ese fue un momento muy difícil, muy duro”.
Otro momento crítico fue la organización para trasladar al pueblo de Jobabo hacia las inmediaciones de Jobabito para el tributo final. “Y ahí yo pensé que eso iba a tener algún impacto”. Pero la respuesta fue abrumadora. “El cine 30 de diciembre… no cabía la gente. Yo creo que no hubo un momento trascendental en la historia de este territorio de que el cine se pusiera como estaba… fue una masividad total”.
La organización fue impecable. “No hacía falta cuadro en ese momento. En Jobabo se organizó el transporte, el pueblo masivamente estuvo ahí”. Destaca, entre las imágenes que lo impactaron, la iniciativa de “los muchachos del pre” que llevaron propuestas para recibir al Comandante durante el paso de las honras fúnebres.
Sin embargo, la carga emocional acumulada encontraría su punto de quiebre. “Y si algo me emocionó de todo esto… fue cuando ya hicimos la última guardia al Comandante que me tocó a mí en ese momento. Yo creo que me desplomé sentimentalmente, porque era tanta tensión que había tenido… Ya sentí que el cuerpo colapsaba en ese minuto. Y, como cualquier ser humano, se me salió una lágrima”.
Esa muestra de emoción no pasó desapercibida y, según cuenta, hubo quien la criticó. Es por eso que hace un agradecimiento personal a quien, en ese instante, supo entenderlo: “Y tú hiciste un comentario de eso, que para mí fue especial… Esa lágrima no significaba una aberración ninguna. Era la lágrima de un ser humano, en ese momento de un primer secretario del partido, que ante tanta consternación ya no pudo más. Y tuvo que expresar su sentimiento”.
Para Ángel Expósito Suárez, ese día quedó grabado en su vida, no solo por la magnitud histórica del hecho, sino por una coincidencia personal: “Cumplí años yo específicamente ese día”. Son, afirma, “pautas en la vida de un ser humano, nada más cuando se habla de un personaje que trascendió la historia, no sólo de la Revolución Cubana, sino del mundo entero. Y nos formó”.
La carga histórica de una jornada triste, profundamente calando hondo en el pueblo, no se borran de las vivencias de Ángel Expósito Suárez, quien tuvo a cuestas todo el peso organizativo del homenaje a Fidel en Jobabo. Ahí está la historia. Ahí están los momentos. Ahí están las fotos. “Porque no se puede olvidar eso”.



